sábado, 21 de abril de 2012

Hoy es uno de esos días pesimistas que, de vez en cuando, me dan.
Pero, me he dado cuenta de que si he llorado, es porque mañana no voy a poder parar de reírme. 
Si hoy estoy enfadada con el mundo, mañana tendré la extraña necesidad de dar mil abrazos a los que me rodean. 
Si hoy sólo tengo ganas de quedarme en la cama, es porque mañana el Sol va a hacerme deslumbrar. 
Si las nubes me impiden ver las estrellas, es que voy a ver una estrella fugaz a la que pedir un deseo. 
Si no he comido nada, mañana van a regalarme una bandeja llena de pasteles.
Si hoy no te he visto, quiere decir que mañana vas a darme un millón de besos.
Pensar en esto, me hace sonreír, mi día pesimista, ya se ha esfumado porque nada, absolutamente nada, es blanco o negro, siempre hay un pequeño detalle de color rosa en medio.

viernes, 13 de abril de 2012

Obstáculos.

¿Cómo es posible? Sentir rabia por alguien a quien apenas conoces. No es esa rabia de odiar a alguien. Sientes rabia hacia los demás, porque pueden estar con esa persona y tú no.
Pero no es culpa suya, ¿verdad? ¿Y tuya?
No es como si estuvieses obsesionada o algo así. No. Puedes vivir sabiendo que esa persona no está contigo, que está en otro lado. Pero cuando sabes lo que hace, y que lo hace sin ti, cambia tu forma de ver las cosas.
No te importa el hecho de que él esté con sus amigos, sino que sus amigos estén con él. Que pueden disfrutar de él y tú no. Que no se dan cuenta de lo que vale. O igual sí y por eso son sus amigos.
Hay veces que hasta te cabreas con la vida, por haberle puesto en tu camino.
Es como estar atrapada en una isla, sólo hay un puente de salida y está bloqueado por una roca. Tú quieres salir y buscas desesperadamente una vía de escape que no esté cerrada pero no hay ninguna. Ves el puente. Ves la roca. Ves que no hay otro camino. Giras la cabeza, sigues buscando otra forma de salir de la isla. Sabes que no vas a encontrar ninguna, pero lo intentas.
Así es como funciona. Te empeñas en darte la vuelta y decirte a ti misma que no te importa. Miras hacia otro lado. Pero sabes que, en algún momento, tendrás que cruzar ese puente, atravesar el obstáculo. “Algún día” piensas.

Y cada vez que le ves, te engañas pensando lo mismo. Y cada vez, buscas otra forma de salir de la isla a sabiendas de que no hay ninguna más. Y otra vez, giras la cabeza.