domingo, 25 de marzo de 2012

Little things make the diference...

Cuando era pequeña, aprendí a sumar y restar, a conjugar verbos y hablar bien, a la velocidad a la que tiene que ir un cuerpo para alcanzar a otro, cómo es el ser humano o las reacciones que se dan en el.
Al principio, todos esos conocimientos me parecían inútiles, creía que en la vida, jamás, los iba a necesitar.
Ahora me doy cuenta de lo importante que es saber esas cosas.
Sé como sumar uno y uno, también como restar dos menos uno.
Hablo perfectamente y sé cuando utilizar el "nosotros" o, si lo necesito, sólo el "yo".
Comprendo, al fin, que iba demasiado rápido y que el golpe iba a ser duro.
Ya conozco los puntos débiles de mí misma y que, si alguna vez me gustaste, no fuiste tú, sino que era a causa de la química.
Pero no todo lo aprendí en el colegio: no me enseñaron el daño que te pueden causar esos conocimientos.
No me gusta saber que "nosotros" menos "tú" es igual a "yo", que "tú" más "otra" es igual a "vosotros".
Y, a veces, pongo en duda lo que me enseñaron cuando me opongo a pensar que fue la química lo que nos unió y no el destino.

jueves, 15 de marzo de 2012

Sueña...

Prométeme un millón de estrellas y que no me dejarás.
Dime que hay un mundo arriba, en las nubes, y que será nuestro próximo destino de vacaciones.
Enséñame el camino de baldosas azules y blancas que llevan a un lugar que nadie más conozca.
Estate conmigo cuando no sea capaz de reirme por cualquier cosa, cuando no quiera hablar ni escuchar música.
Cuéntame otra vez los planes que tienes para nosotros, quiero que vuelva a sonar en mi cabeza esa melodía que me recuerdas cuando te lo pido...

domingo, 4 de marzo de 2012

La noche más bonita de todo el año, el lugar más bonito de toda la Tierra y tú. Todo era perfecto.
Sentados en la hierba, frente a un estanque, escuchábamos el sonido de un grillo y, de vez en cuando, un búho que me ponía los pelos de punta. Pero, tus abrazos, me hacían sentir que podía comerme el mundo.
Una brisa leve, de vez en cuando, me alborotaba el pelo pero tú, con suma delicadeza, volvías a colocar cada pelo en su sitio.
La melodía más bonita -tu voz- amenizaba  la noche y las horas, se me pasaban demasiado rápido a tu lado.
Miramos al cielo, la luna, llena y más bonita que nunca, luciendo su mejor traje de gala, nos observaba. De repente, gritaste mi nombre. Señalaste al cielo. Una estrella fugaz lo cruzaba.

-Pide un deseo.-me dijiste.
Cerré los ojos, apreté tu mano. Volví a abrirlos, la estrella ya había desaparecido y tú tenías tus ojos fijos en mí. Me preguntaste qué había pedido. No podía decírtelo, los deseos que se piden, si los dices, no se cumplen.
-Pues yo,-añadiste.- he pedido algo, pero no sé para que si ya lo tengo. Mi deseo, eres tú.