lunes, 16 de enero de 2012

Nuestra historia.

Todo empezó de la forma más inocente posible:
Yo estaba dormida, tú hacía horas que intentabas coinciliar el sueño. Te levantaste, yo me desperté por el ruido, salí a la puerta y te vi en pijama, abrazando la almohada con cara de cansado. Te invité a pasar y aceptaste. Así comenzó.
Al principio no hablábamos, sólo dormíamos, pero cada mañana me despertaba con tu brazo rodeándome.
Y así fue pasando el tiempo. Dos perfectos desconocidos que empezaron a conocerse en los minutos previos al sueño.
Pero llegó un día en el que entré en la habitación y tú ya no estabas en mi cama, me mirabas desde un colchón en el suelo donde te quedaste dormido esa noche y las que prosiguieron.
Yo no podía dormir bien, tu presentia, tu olor... faltaban a mi lado.
Y una noche me armé de valor y te pregunté si estabas despierto y me contestaste. Nos quedamos toda la noche hablando y riendo en bajo.
A la mañana siguiente, el colchón había desaparecido.
"Si no tengo colchón tengo una excusa para pasar contigo cada noche" me dijiste.
Y no nos volvimos a separar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario